domingo, 20 de noviembre de 2011

EL MARIDO DE LA PELUQUERA (LE MARI DE LA COIFFEUSE, 1990) de Patrice Leconte


Patrice Leconte recrea en El marido de la peluquera un film sobre el mito del amor ideal. Lo hace en la historia del pequeño Antonine, quien tiene un deseo que más bien parece una farsa, un bulo, una fantasía de niño: casarse con una peluquera. El mito erótico que en Fellini y su Amarcord (1973) era una estanquera de voluptuosos senos, en el film de Patrice Leconte se convierte en una concupiscente peluquera, con quien Antonine fantasea y le sirve al mismo tiempo para descubrir las mujeres a su corta edad.

Este deseo infantil impregna toda la película y no abandona a Antonine (Jean Rochefort) en la madurez. Convertido ya en hombre y como si de una fábula se tratara, el destino quiere que su camino se cruce con el de una bella peluquera (Anna Galiena). El cuento de hadas continúa cuando ésta acepta casarse con él, al poco tiempo de haberle conocido.

El film no se desentiende en ningún momento, pese al marcado carácter de fatalidad que rodea al relato, de la figura del sueño hecho realidad. Antonine y la peluquera se quieren y no necesitan más decorado en sus vidas que el de la peluquería, espejo que les sirve al mismo tiempo para relacionarse con el mundo exterior. La peluquería funciona de este modo como metáfora del paraíso, una burbuja donde la felicidad de la pareja parece no correr ningún peligro.


Patrice Leconte confiere a su relato grandes dosis de erotismo que casan bien con lo dicho anteriormente sobre las fantasías del niño-adulto Antonine, así como con la pasión de un amor que ni debe ni puede desfallecer nunca. Lo demás son secuencias de la rutina diaria de estos dos enamorados en la peluquería, por la que pasan distintos personajes, cada uno con su drama personal. Dramas ajenos a la felicidad absoluta de Antonine y su peluquera.

La película se sostiene por el tono nostálgico que Leconte otorga a cada plano, arropado cada uno de ellos por una neblina de ensueño creada por la magia del director de fotografía Eduardo Serra; por las magníficas melodías de Michael Nyman; sin olvidar su magnífica comicidad (aunque acabe resultándonos machacón el numerito del baile) y gracias a las interpretaciones de Jean Rochefort (magnífico en su primera colaboración con el director) y Anna Galiena (actriz italiana muy conocida en nuestro país por haber participado en Jamón, jamón [1992, Bigas Luna]).


El marido de la peluquera es de esos films que se recuerdan con agrado, pese a que no estamos hablando de una gran película. Su desconcertante final parece el advenimiento de otro film del director, La chica del puente (1999), cuyo punto de inicio parece converger donde termina éste, siendo un puente alegoría de la tragedia y de la esperanza respectivamente. Ambos films hermanan ciertos tópicos de Leconte como el amor o el azar, siendo los dos grandes representantes de su mejor cine.

EDUARDO M. MUÑOZ

4 comentarios:

Carlitos way dijo...

Me queda con la chica del puente y la canción de badalamenti, magistral.

Eduardo M. Muñoz dijo...

¿Has visto "El marido de la peluquera"?

Carlitos way dijo...

Hace bastantes años, Sino no diría eso gratuitamente , puto.

Eduardo dijo...

Por si acaso, que ya nos conocemos.